Hay una clara diferencia entre pensar en una situación y obsesionarse con una. Pensar demasiado es una estrategia que a menudo implementan las personas con ansiedad para sentirse más en control de una situación. El problema de pensar demasiado es que en ese intento de "resolverlo", la persona en realidad se distrae de sentir sus emociones y puede volverse francamente agotador. Si tiene problemas con pensamientos rumiantes, te recomiendo probar estos tres consejos tangibles para romper el hábito:
Adquiere consciencia de cuando vienen los pensamientos negativos.
Cada vez que te encuentres pensando demasiado o potencialmente obsesionado con un pensamiento, una experiencia o un miedo molestos, toma conciencia de ese proceso. No puedes dejar de hacer algo si lo haces en piloto automático. La mejor manera de crear esta conciencia es escribir un diario al final de cada día. Este proceso debería ayudarlo a detectar su pensamiento excesivo cuando ocurre y ser capaz de interferir antes de que se vuelva demasiado agotador mentalmente. Repetir este mantra de la autora de espiritualidad Shannon Kaiser, MA, también puede ayudar a sofocar la necesidad de pensar demasiado: "Me doy un cambio de imagen mental pasando de mi cabeza a mi corazón. Estoy conectado a mi fuente de energía, que es el amor y la luz. Elijo sentir mi respuesta y proceder con claridad. No hay nada que analizar o hacer más que siente mi respuesta. Mi corazón me conducirá a la claridad, y confío en su sabiduría ".
Anclarse al momento presente.
Ya sea que estés rumiando sobre una primera cita incómoda o preocupado por una próxima presentación en el trabajo, pensar demasiado tiende a centrarse en el futuro o en el pasado; muy raramente se centra en el presente. "Usar algo como la atención plena puede ayudarte a practicar la elección de dónde enfocar tu atención", dice Smith. Regresar al 'aquí y ahora' evitará que te concentres en las cosas que no puedes cambiar.
Equilibra tus pensamientos.
Si bien pensar demasiado puede comenzar siendo benigno, a menudo se convierte en metástasis en el peor de los casos. "Tendemos a pensar demasiado cuando estamos ansiosos, y es entonces cuando nuestras mentes se vuelven catastróficas", explica Smith. Equilibra esos pensamientos con el resultado alternativo, que es el mejor de los casos, sugiere. Si bien no cambiará necesariamente la forma en que salen las cosas, evitará que viva en el miedo.
Pensar demasiado es un efecto secundario común de la ansiedad que puede convertirse fácilmente en un hábito. Para romper el ciclo, primero se consciente de que lo estás haciendo, intenta anclar en el momento presente y equilibra tus pensamientos. Yo te acompañare en este camino, aquí tienes a una amiga.
Pao.
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